Vida
Los períodos de buenos tiempos económicos, sociales y personales fomentan que un mayor número de personas se relajen y den preferencia a la vida. La cautela pasa un segundo plano. Desgraciadamente, dichos períodos también tienen una fecha de caducidad. Es en tiempos de crisis cuando nos podemos de dar cuenta de quien se ha dejado llevar demasiado y quien permaneció escéptico ante la situación por muy bien que pintase el futuro en aquel momento.
Resulta complicado seguir manteniendo el lema de no arrepentirse por nada del pasado cuando la comida empieza a faltar, el dinero no alcanza y existe una familia que depende de nosotros. Es inevitable que nos vengan a la mente situaciones donde tuvimos la oportunidad ser algo más conservadores y no lo fuimos. Entonces sacarán la cabeza los cautelosos, los cuales habían permanecido callados aguantando sentencias sobre ellos como ¿por qué no vives?, la vida es muy corta para tener miedo o te pasas todo el tiempo trabajando. Estos individuos con carácter ahorrador podrán al menos vivir un poco más desahogados hasta que pase el temporal.
Por el contrario, sin nos pasamos de ahorradores y cautelosos corremos el riesgo de observar como nuestra vida termina abruptamente y no logramos realizar muchas de las cosas que deseábamos o no pudimos dedicarle a nuestra familia el tiempo que merecía. Se puede decir que hemos vivido a medias o que directamente no vivimos. Es verdad que fuimos responsables y no pasamos por un ningún momento crítico o de emergencia. Sin embargo, quedamos siempre en una zona gris que muchas otras personas no son capaces de soportar. Como hemos dicho, estas últimas necesitan tocar el otro extremo para sentirse vivas.
Nadie tiene razón en este debate. Todos escogeremos un camino y nos dejaremos influenciar más o menos por las personas de nuestro entorno. Al final de dicho camino decidiremos si estamos contentos o no con nuestra vida.