
Tiempo
Poco a poco iban llegando los invitados al salón donde se iba a celebrar la conferencia. Algunos se sentaban directamente en los asientos que veían vacíos. Otros se quedaban de pie, hablando entre ellos sobre el tema del que se iba a tratar en breve. Estaba previsto que el evento comenzara en poco tiempo. La sala era enorme y se había decorado especialmente para aquella ocasión.
Después de varios minutos, la mayoría de las personas ya había ocupado su lugar y esperaban que el científico se presentara para exponer. Entonces, sonó la alarma de incendios. Un hombre salió con un micrófono al escenario, pidió calma a los presentes y explicó que por motivos de seguridad todos debían abandonar el edificio. Señaló donde estaban las salidas de emergencia y aclaró que tenían que salir de forma ordenada y sin entrar en pánico. La gente se fue levantando de sus asientos con cara de resignación. Todo transcurrió sin incidentes. En un corto de período de tiempo, todos los asistentes y el personal de la organización se encontraban en la calle.
Los bomberos llegaron en un camión y entraron velozmente en la edificación. Pasaron cerca de 40 minutos. Algunas personas se empezaban a impacientar y preguntaban al personal si se pospondría el evento. Finalmente, los bomberos salieron de nuevo a la calle. Uno de ellos explicó que se había producido un pequeño incendio en la cocina del edificio, pero que fue rápidamente sofocado y no hubo heridos. En ese momento, un taxi se paró justo en la entrada del edificio y con gran asombro de todos los presentes, se bajó del automóvil el científico que iba a exponer. Pidió disculpas por el retraso, pensando que la gente se había cansado de esperarle y se marchaba. Le explicaron lo que había ocurrido y sintió una mezcla de sentimientos. Por un lado no le agradaba en absoluto lo que había sucedido, pero por otro, estaba aliviado por no haber hecho esperar a nadie.