
Su abuela
El insistió porque quería saber la verdad, pero su viejo vecino le dijo que aquello era todo lo que había visto. Acto seguido, el interrogado se dio la vuelta y volvió a meterse en su vivienda. Él se quedó más desconcertado de lo que estaba antes de eso. No entendía como era posible que su abuela se hubiera marchado de un día para otro sin avisarle. Tenía planeado hacer muchas cosas con ella durante la semana que supuestamente iba a quedarse en su casa. Ahora todo se iba a quedar en nada.
Volvió a su piso para para ver si ella le había dejado alguna nota. Estuvo buscando durante una hora por todos los rincones de su casa, pero no encontró nada. Tampoco pudo localizar nada suyo. No había dejado ni rastro. Era como si nunca hubiera pasado por allí. Intentó llamarla varias veces pero no respondía al teléfono. No era la primera vez que le ocurría algo así con ella. Conocía muy bien su carácter. Sabía que era muy impulsiva y no le gustaba dar explicaciones por nada. A pesar de su avanzada edad, seguía siendo tan fuerte y ágil como una persona de veinte años.
Aún así, el se sintió un poco decepcionado. Ya casi no recordaba la última vez que habían hecho algo juntos. Siempre se trataba de encuentros fugaces que empezaban y se acababan cuando él menos se lo esperaba. Se preguntó que pasaría por la cabeza de su abuela. No podía descifrar si seguiría viviendo así hasta el final de su vida en la Tierra. A pesar de todo, él deseaba que pudiera conservar eternamente aquella vitalidad que la caracterizaba. Siempre la había visto como un ejemplo de superación y gracias a ella supo tomar las decisiones adecuadas que le habían llevado hasta donde estaba.