
Paquete
Hizo espacio en su mesa para poner el enorme paquete. Cogió unas tijeras y las aplicó sobre el precinto. Abrió la caja. Adentro había mucho material de protección. Lo retiró buscando su producto, pero no encontró nada. Siguió quitando las burbujas de plástico. Llegó hasta el fondo, pero seguía sin localizar lo que buscaba. Le dio la vuelta a la caja y colocó sobre la mesa lo que todavía quedaba en su interior. Ahora comprendía la extrema ligereza del paquete. Era la primera vez que le pasaba una situación así. No comprendía como haber pasado aquello con un artículo grande.
Llamó a atención al cliente y explicó su situación. La persona que le atendió le pidió disculpas, le pidió sus datos de cliente y le dijo que intentarían resolver el problema los más pronto posible. Estaba confusa pero decidió no hacer juicios prematuros. Recordó que ella misma había trabajado en el mundo de la logística y sabía que allí se trabajaba a toda velocidad y con mucha presión.
Se había reservado aquel tiempo para probar lo que había pedido, pero como no lo tenía, ahora no tenía nada que hacer. Salió de su casa y se encontró a su amiga, que pasaba casualmente por allí. Se saludaron y le contó lo que le había pasado. La invitó a pasar y le enseñó la caja vacía. Su amiga se mostró muy sorprendida y le preguntó que si ya había reclamado. Ella asintió afirmativamente y le dijo que ahora tendría que volver a esperar unos cuantos días por su pedido.
Cambiaron de tema y se sentaron a tomar un café. Mientras hablaban, se fijó en la cara de su amiga. Tenía una expresión extraña. De repente, se giró y le dio la espalda. Ella la siguió, buscando su rostro. Se estaba mordiendo los labios para no reírse, pero ya no podía mas. Entonces, entendió todo lo que había pasado. Su traviesa amistad había visto el paquete frente en la puerta antes de que ella llegara a casa y se lo había cambiado por otro vacío. Intentó ponerse seria con ella, pero tenía una risa contagiosa y al final terminaron las dos riéndose.