
Neutralidad
Siempre se las había apañado muy bien para llevarse bien con dos amigos que a su vez no se soportaban entre ellos. Actuaba de forma diplomática, como si fuera Suiza, y se mantenía en todo momento al margen de las disputas que tenían aquellas personas. Consideraba que aquellos temas no eran de su incumbencia. Además, sabía valorar lo positivo de ambas amistades. Lamentablemente, la relación entre los dos personajes se iba volviendo más agresiva a medida que pasaba el tiempo. Y esto le afectaba a él directamente, pues notaba como ellos le presionaban cada vez más para que abandonara su situación de neutralidad.
El hombre sentía un agobio que iba aumentando progresivamente. Se estaba viendo obligado a escoger, pero sabía que cualquier decisión que tomara iba a provocar daños y malestar. En cierto modo, le parecía que sus dos contactos no lo estaban respetando. Simplemente se lo estaban disputando como un trofeo a causa de la rivalidad. Llegó a un punto en el que decidió evitar que uno de ellos lo viera con él otro, pues luego tenía que dar una serie de explicaciones enormes y su neutralidad ya no era suficiente para convencerlos.
El momento de la decisión se acercaba más y más. La paciencia de aquellas personas parecía acabarse y las sugerencias ya eran prácticamente reclamos. Entonces, decidió quitarse de en medio por una temporada aprovechando que tenía vacaciones en su trabajo. Comunicó a los dos por separado que se iba de viaje para visitar a una persona no había visto en mucho tiempo. Y eso fue exactamente lo que hizo. Una vez que llegó a su destino, decidió pedirle consejo a su vieja amistad. Su amigo le dijo que lo mejor era que terminara su relación con aquellas dos personas. De lo contrario, los tres terminarían enemistados. Al hombre le pareció una solución bastante dura, pero a la vez muy sabia.