Los sobres de colores
Habían varias sobres de diferentes colores sobre una mesa sin un orden aparente. Tenían una buena capa del polvo encima, lo que probaba que habían sido dejados allí mucho tiempo atrás. De pronto, se iluminó la estancia y se abrió una puerta. Dos hombres aparecieron. Uno de ellos tenía una estatura normal. El otro, sin embargo, era extremadamente alto y corpulento. Su extraordinaria altura hizo que tuviera que agacharse para poder entrar al cuarto. Apenas entraron se fijaron en los sobres de colores. Se acercaron a la mesa y sus miradas se cruzaron por unos instantes.
— Al fin los encontramos — dijo el mas grande.
— Ya era hora — replicó el otro.
El mas pequeño cogió un sobre de color amarillo pálido y lo sopló. Esto provocó una nube de polvo que hizo estornudar a su compañero. Una vez que se disipó dicho polvo, le dió al gigante lo que había cogido sin decir nada. Este último se sacó un elegante abrecartas del bolsillo delantero su pantalón. Se dispuso a abrir el sobre con mucho cuidado para no dañarlo. Lentamente, fué despegando la solapa del cierre. Cuando hubo terminado, miró el interior del envoltorio y sacó una carta. La leyó en voz alta. El tono de su voz apenas podía contener su emoción. Cuando terminó, se la ensenó a su compañero, que también se veía afectado por el momento. Después de muchos años de búsqueda, habían dado con su objetivo.
Los dos decidieron recoger todas las cartas de colores para abrirlas y leerlas junto a sus familiares. Salieron de la estancia con expresiones de júbilo. Iban comentando las vueltas al mundo que habían dado y todas la veces que se habían quedo decepcionados al seguir pistas falsas. También hablaban sobre lo que dirían los demás cuando se enteraran. Pensaron en llamarles por teléfono para contárselo, pero decidieron que lo revelarían cuando estuvieron todos juntos, para darle aún mas emoción al asunto.
