
Los papeles
Una ráfaga de viento se levantó de repente y se llevó consigo los papeles que tenía sobre el banco. La mayor parte de los documentos salieron volando en todas direcciones hasta que volvió la calma. Entonces, el hombre se encontró con un panorama desolador. Sus papeles se encontraban por toda la plaza. Pero eso no era lo peor. Lo que más le preocupaba era que se hubieran mojado, pues en algunas partes del suelo todavía quedaban restos de agua provocados por la lluvia que había caído al amanecer. Algunas personas que habían visto lo que había sucedido se solidarizaron con el hombre y se pusieron a recoger los documentos.
Gracias a la ayuda de aquellas personas, el hombre pudo recuperar sus pertenencias en mucho menos tiempo del que habría necesitado si lo hubiera tenido que hacer él solo. Se mostró muy agradecido con todos los que hicieron aquel esfuerzo y se puso a contar las hojas para cerciorarse de que no le faltaba ninguna. La ansiedad que había acumulado no le permitía revisar dichas correctamente, por lo tuvo que tuvo pararse y realizar ejercicios de respiración. Le resultó paradójico el hecho de que había perdido la calma por culpa del aire y gracias a este la había vuelto a recuperar.
Por fin, pudo enumerar los papeles con tranquilidad. Afortunadamente, no faltaba ninguno. Además, el agua no les había afectado tanto como se imaginó en un principio. Ya no estaban tan impolutos como antes del incidente pero eran perfectamente legibles. Se apresuró a meter los papeles en su mochila antes de que apareciera una nueva ráfaga de viento y abandonó la plaza. Se dirigió a la oficina de extranjería. Allí tenía pensado presentar sus importantes papeles con el objetivo de conseguir su permiso de residencia y regularizar de una vez por todas su situación.