Las hierbas
En el suelo había un conjunto de piedras formando una flecha . Decidió seguir andando hacia donde le indicaba aquella señal. A medida que avanzaba veía como las hierbas estaban cada vez mas presentes hasta que llegó a un punto en el que prácticamente no se veía el sendero. El hombre pensó que debía hacer mucho tiempo que no pasaba nadie por allí. También recordó las palabras que le había dicho un aldeano sobre la dejadez del ayuntamiento con todos los aspectos del pueblo en general.
El hombre se desplazó entre las plantas silvestres con prudencia porque cada vez eran más altas. De pronto se detuvo. Sabía que había algo que no andaba bien. Miró hacia ambos lados pero no vio nada extraño. Luego se fijó en el suelo y descubrió la causa de su inquietud. A pocos pasos de él había un alambre puesto de forma muy disimulada. Tenía la altura justa para hacer tropezar a una persona que caminara despreocupada. Siguió uno de sus lados hasta que encontró su extremo insertado en un palo que a su vez estaba clavado en el suelo. Fue hacia el otro lado y encontró el otro extremo. Decidió retirar aquella trampa del camino para que nadie pudiera sufrir daños. Le costó bastante porque los palos estaban bastante enterrados en el suelo y eran muy largos.
El señor se preguntó que clase de persona sería capaz de hacer algo así. Siguió avanzando. A estas alturas las hierbas ya se habían convertido en una maleza muy espesa. Ya no sabía si todavía estaba en el camino o si se había desviado completamente. Enseguida obtuvo la respuesta. A su derecha habían unos arbustos que a su juicio estaban situados de forma poco natural. Tiró de uno de ellos y confirmó sus sospechas. Había sido puestos allí para tapar un entrada en el suelo. No tenía dudas sobre lo que se encontraba debajo así que se dispuso a llamar a las autoridades.
