Debilidades

Debilidades. Imagen de PixArc en Pixabay
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Debilidades

Se acercó hasta donde estaba y extendió ante él un billete de gran valor. El hombre se quedó mirándola con indignación. Ella interpretó que no era suficiente, por lo que sacó algunos billetes más y se los volvió a mostrar del mismo modo. El señor le dijo que se estaba equivocando con él porque no se vendía por dinero. Ella le replicó que todo el mundo tenía un precio. Agregó que la única diferencia era que algunas personas se ponían más dignas que otras, pero al final todas terminaban inclinándose ante los billetes. Él reconoció que tal vez tuviera algo de razón en sus palabras, mas en ese momento no necesitaba ningún aporte económico. Continuó diciendo que se encontraba en una situación financiera muy favorable.

Apenas terminó de decir estas palabras, sintió como los ojos de aquella mujer se iluminaban y se arrepintió por haber hablado demasiado. Ella le dijo que estaba completamente segura de que por mucho dinero que tuviera, seguía habiendo una gran diferencia entre los dos. Él se dio cuenta de aquel juego y se sintió tentado de entrar al trapo. Sin embargo, se contuvo y decidió darle la razón. Señaló que era cierto que tenía mucho menos dinero que ella. Acto seguido, dio por terminada aquella ridícula conversación y se dio la vuelta dispuesto a marcharse.

La mujer se dio cuenta de que había perdido la posibilidad de chantajearlo, pero quiso seguir intentándolo de todos modos. Lo llamó en un tono de voz menos arrogante que el que había usado hasta ese momento, pero él siguió caminando sin inmutarse. Viendo que no le hacía caso, se adelantó y le cerró el paso. Le comentó que aquel asunto era importante para sus intereses, pero que desgraciadamente no podía tener el control de la situación como ella quería, ya que habían más personas implicadas. Entonces fue ella la que se arrepintió de hablar al percatarse de que había expuesto sus debilidades. El hombre le dijo que lo mejor que podían hacer ambos era fingir que aquel absurdo debate no había ocurrido. La dama se quedó allí inmóvil e impotente, viendo como se alejaba aquel señor y con él sus posibilidades de éxito.

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