La selección
Eran las ocho de la mañana. Un grupo heterogéneo de personas se encontraba reunido en aquel punto a la espera de comenzar las pruebas de selección. Después de algunos minutos, un hombre mayor de complexión muy robusta apareció. Apenas vio a la gente que había allí y empezó a negar con la cabeza. Volvió sobre sus pasos y se encontró con su compañero. Le dijo que no había nada que hacer ya que ninguno de los presentes era apto para lo que se requería. El otro le respondió que debían hacerlo de todas maneras porque ya no tenían tiempo de hacer otra convocatoria.
El fornido personaje se dio cuenta de que lo que decía su colega era cierto, así que se dirigió de nuevo al grupo y empezó a hablar en un tono desganado. Comunicó a los aspirantes que estaban allí para realizar una serie de pruebas físicas y mentales. Hizo un pausa y agregó que dichas pruebas serían objeto de una evaluación detallada por él y su compañero. Dijo que el motivo de la selección era escoger únicamente a dos participantes para trabajar como guardaespaldas de una familia adinerada. También comentó que los elegidos se encargarían de sustituir en el servicio a él y a su colega, ya que ambos se jubilaban en breve.
Para terminar, lanzó una advertencia al grupo. Agravó el tono de su voz y especificó a los aspirantes que si él y su colega veían que ninguno de ellos era capaz de superar las exigencias con soltura, podían tomar la decisión de no elegir a nadie y hacer una nueva convocatoria. Su compañero se le quedó mirando y se imaginó que aquello último que había dicho no era en serio, pero no quiso decir nada para no hacerle perder credibilidad ante los aspirantes. El veterano guardaespaldas dio dos palmadas y apremió a todos a prepararse para la primera prueba.
