
La noche
La noche estaba tan clara que casi parecía que era de día. El cielo le causaba fascinación y no podía dejar de mirar hacia arriba mientras caminaba por la acera. Eso estuvo a punto de costarle un disgusto porque pasó rozando una farola con su hombro. Se encontraba al final de una larga avenida. Miró hacia atrás y se quedó sorprendida por lo rápido que había llegado. Enseguida se dio cuenta de que era porque había estado muy entretenida mirando al cielo todo el rato.
Al ver que no había ni una sola persona en el área le entraron unas ganas terribles volver hacia atrás y ponerse a bailar. Dudó unos instantes y al final se dijo a sí misma que una noche era una noche y por hacer el tonto una vez en la vida no iba a pasar nada. Tomó la dirección contraria y se puso a dar unos pasos improvisados. Se vino arriba e intentó dar volteretas como cuando era niña. Al principio le costó un poco pero fue ganando confianza. No tenía música exterior pero ella sentía una melodía dentro de su cabeza que la hacía danzar sin parar. En uno de aquellos giros locos se encontró de improviso con un pareja que venía de cruzar la calle. Entonces se puso a caminar rápido para alejarse de aquellas personas fingiendo que no pasaba nada.
Sentía una vergüenza terrible y notaba un calor intenso en su cara. Se le pasó por la cabeza que alguien podía haber estado grabándola sin que se diera cuenta y esperó que no fuera así. Había dado por hecho que a aquella hora no quedaba nadie en la calle porque todo el mundo estaba durmiendo. Al final, le quitó hierro al asunto y justificó su acción diciéndose que no tenía nada de malo que alguien se pusiera a bailar en calle a las tres de la mañana.