La mirada
Se encontraba haciendo ejercicio por la costa cuando notó que alguien la observaba. Miró a todos lados pero no había nadie allí. Continuó con su rutina. Ahora le tocaba trotar suavemente durante diez minutos. Cuando empezó el movimiento, volvió a notar aquella mirada incómoda. Se detuvo bruscamente y se giró muy rápido para pillar a quien la seguía, pero esta vez tampoco vio al autor de la mirada.
Decidió ignorar aquello y concentrarse en lo suyo porque le irritaba mucho que la interrumpieran mientras hacía ejercicio. Se colocó sus gafas de sol y se echó a correr. Después de diez minutos, se detuvo a hacer sus estiramientos clásicos de después del entrenamiento. Notó que comenzaba a hacer fresco y decidió apresurarse para volver a casa. No le gustaba sentir el sudor en su piel y pasar frío. Antes de alejarse de la costa miró una vez el inmenso mar. Se preguntó si aquella sensación que tenía de que alguien la miraba sería causada por su hermana cuando pensaba en ella. Ella se encontraba en el extranjero y hacía mucho tiempo que no la veía pero siempre la llamaba cuando podía y le escribía cartas.
Se giró lentamente y se fue caminando hacia su casa. Esta se encontraba a un par de kilómetros de allí. Sacó una bolsa que tenía doblada en el bolsillo de su chándal y se puso a recoger la basura que iba encontrando por el camino para depositarla luego en un contenedor. No entendía como la gente podía ser tan cochina. Lo primero que hizo cuando llegó a su casa fue revisar su correo por si le había llegado alguna carta importante. Para su sorpresa, encontró una carta de su hermana. Fue a abrirla impulsivamente, pero pensó que sería una mejor idea bañarse y cenar, y luego leer la misiva desde su cama antes de dormir.
