La fuente
Siempre se sentaba junto a la fuente en los días calurosos. El sonido del agua le transmitía tranquilidad. Además, le gustaba observar las personas a que llegaban a la plaza para pasar un un rato y luego se iban tranquilamente. Pero lo que mas le gustaba era escuchar el canto de los gorriones que se encontraban en los árboles. Conocía todos sus trinos de su memoria. Sin embargo, aquellos sonidos le seguían causando la misma fascinación que el primer día.
Aquella tarde se decidió a grabar los hermosos cantos con su móvil. Cuando se disponía a comenzar la grabación, su teléfono le indicó que tenía una llamada entrante. Era una antigua amistad que ahora vivía en el extranjero. Se llevaban muy bien mientras vivían cerca, pero una vez que esta persona se fue a vivir a otro país, el contacto se fue haciendo cada vez mas esporádico, hasta el punto que llegó a pensar que la relación había terminado.
La llamada era para avisar de que pensaba volver a la ciudad unos días para descansar de su rutina diaria. Sin pensarlo demasiado, le ofreció su casa como alojamiento, pues vivía sin compañía. Ella le dijo que había pensado quedarse en un hotel, pero que si realmente no era inconveniente, podría alojarse en su casa. De esta manera, acordaron que dentro de un mes la recogería en el aeropuerto. Cuando terminaron de hablar, se sintió muy alegre de que aquella antigua amistad todavía recordara que existía. Recordó de golpe que con ella se había sentado muchas veces en ese mismo lugar junto a la fuente.
Se levantó y se dirigió a su casa. De camino, cayó en la cuenta de que con la emoción de la llamada no había grabado el canto de los gorriones como había tenía planeado, pero se dijo que ya lo haría otro dia. Quería contarle tantas cosas a aquella persona, y a la vez quería conocer de ella lo que había hecho en el extranjero y que había sido de su vida. Hacía tiempo que no sentía tanta expectación.
