La difamación
Miró las portadas de los periódicos con indignación. La noticia se había deformado de tal manera que ya apenas quedaba rastro de veracidad en ella. Pensó en comprar uno de aquellos diarios para mostrárselo a su amiga, pero al final decidió que no quería contribuir él mismo a que se siguiera manipulando la información de esa manera. Le costaba entender el motivo de ese ensañamiento con su persona. Siempre había tratado a los medios de comunicación de un modo más que correcto. No le importaba que publicaran cosas sobre su vida privada porque sabía que no lo hacían con mala intención. Incluso en algunas ocasiones le hacían gracia las cosas que leía sobre él mismo.
Todo empezó a cambiar a raíz de aquel encuentro con su amistad. Al principio las noticias tenían el mismo estilo de siempre, pero a poco se fueron volviendo más agresivas. En apenas un par de semanas consiguieron arruinar completamente su reputación. Había pasado de ser un ciudadano ejemplar a ser prácticamente una escoria de la sociedad. Además, la primera noticia dio pie a una batería de publicaciones relacionadas con esa en las que se afirmaban cosas que eran completamente falsas. Cada día surgía una difamación diferente.
Pero la peor parte no se la llevó él. Su amiga pasó de golpe a ser el tema de muchos artículos a pesar de no ser un personaje público ni haber hecho nada que pudiera ser destacable para la prensa. Esto la había llevado a encerrarse en su casa y salir lo menos posible con la esperanza de que se pasara lo más pronto posible el efecto mediático. El hombre pensó que detrás de todo aquello debía haber alguien que por alguna razón que él desconocía se había empeñado en arruinar su carrera y su vida. Reflexionó sobre aquello y concluyó que lo mejor era acudir a la comisaría para poner una denuncia por difamación.
