Carretera
La piedra tenía un forma redonda perfecta, como si alguien la hubiese tallado así a propósito. El hecho de que las demás piedras de su alrededor tenían formas muy angulosas la hacía destacar aún más. Se quedó observando aquel prodigio natural hasta que una oyó una voz detrás de él. Era su amigo. Le venía a decir que ya se tenían que ir. Él miró la piedra una vez más y se dio la vuelta para reunirse con los demás. En total, eran un grupo de cinco personas que habían venido a pasar un día de relajación en la playa. Pero como todo tenía su final, llegaba el momento del regreso. Se despidieron, prometiéndose no dejar pasar mucho tiempo antes de reunirse de nuevo y cada uno se fue en una dirección distinta.
Él se dirigió a su vieja motocicleta, se puso su casco y partió tranquilamente hacia la casa de sus padres. Cuando estaba en la carretera vio pasar un auto en sentido opuesto que le era muy familiar. Se paró en el ancho margen de la carretera y miró hacia atrás. El conductor del auto también pareció reconocerle porque disminuyó su marcha y se paró a un lado de la carretera al igual que él. El joven le dio la vuelta a su motocicleta y se incorporó con precaución a la vía para aproximarse al auto que tanto le sonaba. Trataba de recordar quien era aquella persona pero no lo logró hasta que estuvo bien cerca y la pudo ver.
El hombre salió del auto. Se dieron un abrazo. Ambos no podían creer que hubiera pasado tanto tiempo sin contactar. Estuvieron hablando un buen rato hasta que se dieron cuenta de que era mejor ir con sus transportes a un lugar más seguro y adecuado que aquel. El joven se acordó de una dulcería muy buena y le indicó que el iría delante con su moto para que supiera el camino.
