
La boda
La boda fue cancelada y los invitados tuvieron que volver por donde habían venido. Los padrinos habían aclarado a todas las personas que la novia tuvo un problema importante con el vestido, por lo que no podía presentarse de esa manera. La realidad era que la joven se encontraba en un estado de ánimo pésimo. La ilusión que había mostrado desde que comenzaron los preparativos de la celebración se fue desvaneciendo mes a mes hasta desaparecer por completo. La relación entre ella y su futuro marido también se había ido volviendo cada vez mas extraña. Él había intentado por todos los medios que le explicara lo que le pasaba, pero ella siempre esquivaba las preguntas.
El novio se arrepentía ahora de no haber cancelado todo aquello previamente. Como ella no le contaba nada, supuso que lo que tenía realmente eran nervios y que el día de la boda los superaría. Ni él ni ella habían contado lo que sucedía a ninguno de sus familiares o amigos, así que todo el mundo daba por hecho que eran una pareja feliz y se unirían en matrimonio aquel día. La novia no se vio capaz de sostener esa farsa en la iglesia y le comunicó a los padrinos por teléfono que su traje se había manchado con café y no quería ir con esa pinta horrible.
El novio salió de la iglesia y se dirigió hacia la casa donde se encontraba la muchacha. Cuando llegó, accionó el timbre pero nadie abrió. También tocó en la puerta, pero no ocurría nada. Llamó desde su teléfono, pero no obtuvo respuesta alguna. Tenía ganar de llamarla en voz alta pero se contuvo porque no quería montar un espectáculo en plena calle y hacer que ella se sintiera aún peor. Estuvo esperando enfrente de aquella casa hasta que cayó la noche. Finalmente, se resignó y se fue a su hogar sin saber muy bien que pensar de aquella complicada situación ni de como podrían resolverlo.