
Justicia
El hombre se encontraba muy enfadado y decidió tomarse la justicia por su mano. La calentura del momento le impedía razonar correctamente y solo pensaba en vengar a su familia por el daño que había sufrido. No tenía intención de acabar con la vida de nadie. Sabía que aquello no tenía sentido. Tan solo quería provocar un daño físico en aquella gente que fuera lo suficientemente grande para que no lo olvidaran nunca. Además, así se equipararía al que habían provocado en sus seres queridos. El consideraba que aquello era lo justo. No tenía armas de fuego de ningún tipo, así que lo que hizo fue tomar un escobillón y retirarle el cabezal. Era una persona totalmente inexperta en aquellos temas porque nunca le había hecho daño a nadie. Sin embargo, ahora no le importaba ir a juicio por causar lesiones físicas sin con eso conseguía hacer justicia.
Cuando estaba a punto de salir de su casa, su mujer se interpuso en su camino. Ella sabía que no era aconsejable decirle a una persona cabreada que se calmara, porque podía enfurecerse más. Por ello, le pidió que se mirara al espejo antes de salir. Él intento esquivarla porque no quería perder tiempo pero ella insistió en que solo quería que hiciera eso. De muy mala gana, el hombre fue a mirarse en el espejo colocado en el armario de su cuarto. Cuando lo hizo, se asustó un poco al verse a sí mismo con aquel palo.
Volvió donde estaba su mujer y dio la razón. Ella le dijo que no tenía sentido responder a aquella provocación causando daños físicos irreparables. Agregó que era necesario mantener la cabeza fría y buscar la manera de hacer justicia de una forma legal siempre que fuera posible. De lo contrario, sus vidas quedarían arruinadas para siempre. El hombre volvió a colocarle el cabezal al escobillón y devolvió este a su lugar. Una vez más, su mujer lo había salvado de hacer una tontería.