Equilibrio

Equilibrio. Imagen de Willi Heidelbach en Pixabay
Imagen de Willi Heidelbach en Pixabay

Equilibrio

Le llevó mucho tiempo construir aquel castillo de naipes. Después de numerosos e infructuosos intentos, había conseguido que un buen número de cartas fueran capaces de mantener el equilibrio sin caerse. Para su desgracia, ya no quedaba nadie en su hogar que pudiera admirar su maravillosa obra. Y ese había sido el único motivo de aquel asunto.

Unas horas antes, se encontraba jugando a las cartas con varios amigos. Entonces, uno de ellos mencionó el tema de las torres de cartas. Todos parecían tener interés en aquello que había dicho y al final la conversación derivó en un pequeño reto. El hombre fue desafiado por sus amigos a montar las cartas de tal manera de que no se cayeran. Se lo habían hecho a propósito porque sabían que cuando se empeñaba en algo era capaz de hacer cualquier cosa hasta que lograba su objetivo. Durante un rato, estuvo intentando probar ante todos su habilidad con las cartas. Sin embargo, estas se venían abajo una y otra vez. Poco a poco, el tiempo y la paciencia de sus amigos se fue agotando, por lo que se fueron despidiendo de él y abandonando la casa.

Él se quedo allí con la única compañía de su baraja pero quiso seguir intentándolo porque en los últimos intentos había estado a punto de lograrlo. Después de cada intento analizaba los posibles errores que estaba cometiendo y pensaba en como podía lograr que su construcción fuera más sólida. Al final, su constancia fue premiada y logró su ansiado castillo. Estaba admirando su delicada creación cuando se dio cuenta de que tenía que ir al baño con urgencia. Se había concentrado tanto que había olvidado cualquier otra cosa.

Al regresar del baño, se llevó las manos a la cabeza. Las cartas habían perdido el equilibrio y estaban tiradas sobre la mesa. No lo podía creer. Después de un rato pensando en la causa de aquella catástrofe, concluyó que el movimiento de la puerta del aseo había provocado una corriente suficientemente intensa para tirar los naipes. Y lo peor de todo es que ni siquiera había hecho una foto de su castillo para mandársela a sus amigos.

Dejar un Comentar

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Puedes usar estas HTML etiquetas y atributos: <a href="" title=""> <abbr title=""> <acronym title=""> <b> <blockquote cite=""> <cite> <code> <del datetime=""> <em> <i> <q cite=""> <s> <strike> <strong>
*
*