El río
Empezó muy dubitativa. Intentaba recordar como lo había hecho anteriormente. El sistema era el mismo de siempre, pero habían pasado muchos años desde la última vez que lo había completado. Poco a poco, su memoria se fue refrescando. El proceso se fue agilizando lentamente. Al final, sus manos se movían solas. En menos tiempo de lo previsto estuvo completado. Le hubiera gustado compartir su alegría con alguien, pero en ese momento nadie la acompañaba. Dejó todo como estaba y cerró el almacén.
Se puso a pasear por la calle sin rumbo fijo. Algunas personas la saludaban desde lejos cuando la veían. Se acordó que hacía tiempo que quería ir al río que estaba a las afueras del pueblo, pero siempre sucedía algo que se lo impedía. Se puso en marcha. No era demasiado lejos. Solo se tardaba unos minutos caminando. Mientras se dirigía a su destino sintió algo de ansiedad. Lo único que deseaba era que no le surgiera ningún contratiempo y tuviera que volver, como tantas otras veces. Esta vez, la suerte le sonrió porque llegó hasta el puente que cruza el río sin que nada la detuviera.
Apoyó su brazos en la pared del viejo puente y se quedó mirando el agua fijamente. El caudal del río no era demasiado grande, pero eso no le restaba belleza. Hacía un tiempo tan agradable, que incluso le estaban dando ganas de bañarse. Para su desgracia, no traía un traje de baño puesto, así que lo descartó, pero lo que si que podía hacer era remojar sus pies. Bajó hasta una orilla y se sentó allí, con el agua cubriéndole hasta las rodillas. Se sintió dichosa de tener la oportunidad de presenciar sitios así. Alguien pronunció su nombre desde lo alto del puente. Era una amiga suya, que casualmente pasaba por allí. La invitó a venir y juntas se sentaron a disfrutar en calma de aquel hermoso día.
