El peral
Se sentó debajo de un peral en flor para tener algo de sombra y dirigió la vista al cielo con el objetivo descubrir nubes con formas curiosas. Para su sorpresa, el cielo estaba completamente despejado aquel día y no había ni una sola nube. Pensó que ya era mala suerte que por una vez que decidía mirar hacia arriba no encontraba nada de lo que buscaba. Se sintió aburrida allí sin nada que hacer. Ni siquiera tenía sueño para poder echarse una siesta. Tenía ganas de terminar sus vacaciones, pero a la vez quería alargar todo lo posible lo que quedaba de ellas.
Reflexionó sobre aquel período de pausa. Había pasado la mayor parte los días en su casa de campo. Avisó a algunos de sus conocidos para que la fueran a visitar, pero desgraciadamente todos estaban muy ocupados trabajando. También había hecho un poco de limpieza en aquella casita, pues pasaba la mayo parte del año desocupada y cuando llegó la encontró con una importante capa de polvo en su interior. Otra de las cosas que había hecho era visitar los lugares que a los que iba durante su niñez y que le traían buenos recuerdos. Todavía podía encontrar su letra infantil grabada en algunos rincones resistiendo el paso de los años.
Pensó que realmente no había hecho gran cosa en aquel tiempo, pero es que tampoco se había propuesto nada importante antes de venir. Entonces colocó sus pensamientos en su futuro inmediato. Su situación económica era relativamente buena. Tenía un trabajo óptimo con compañeros bastantes agradables. Aún no había encontrado pareja pero no sentía que aquello fuera una prioridad ni tenía prisa. Sumida en sus pensamientos estaba cuando una una flor que se desprendió del peral cayó justo sobre su oreja y quedó perfectamente colocada como un adorno. Le dirigió una mirada de complicidad al árbol. Decidió dejar de pensar tanto y disfrutar más de aquel día primaveral.
