
El límite
Fueron pasando uno a uno por el arcaico puente. Se balanceaba mucho de un lado al otro. Era una situación límite. Por fin, el último de los tres cruzó. Fue un error ir a la costa aquel día. Los meteorólogos habían advertido de que se avecinaba una gran tormenta en el mar. Sin embargo, decidieron ignorar todos los avisos y estuvieron a punto de pagarlo muy caro. No era la primera vez que les ocurría tal situación.
Iban caminando en silencio hacia su casa. La primeras gotas de lluvia empezaron a caer. De repente, uno de los tres dijo algo renegando. Los otros dos respondieron con agresividad. La conversación subió de tono muy rápidamente. En unos instantes habían pasado del silencio absoluto a discutir a gritos en plena calle. El que había empezado a hablar se dió la vuelta y se alejó airado. Los otros siguieron hacia su vivienda con cara de pocos amigos. Una vez que llegaron, se ducharon y se pusieron una ropa seca. Mientras estaban cenando uno de los muchachos le preguntó al otro si deberían ir a buscar al que se había quedado en la calle. Pero el otro dijo que ya volvería cuando se le pasara el enfado. A continuación, se fueron a dormir.
Cuando despertaron a la mañana siguiente, su amigo aún no había vuelto. Comenzaron a sentir cierta preocupación. Se disponían a desayunar, pero uno de ellos recogió las cosas de comer que acababa de sacar y se fue a la calle. El otro le siguió. Caminaban muy rápido. Después de varios minutos, llegaron a un pequeño parque. En el otro extremo estaba quien buscaban. Se encontraba sentado en un banco y tenía la mirada perdida. Se acercaron a él y se miraron durante unos instantes. Luego, los tres se dieron un abrazo de reconciliación. Notaron que tenía la ropa completamente mojada, por lo que le apremiaron para llegar a casa y cambiarse. Él solo les pidió no volver a repetir aquella dramática situación del día anterior. Ellos asintieron, aunque solo el tiempo diría se serían capaces de cumplir su promesa.