
El discurso
Cuando le llegó su turno, la mujer se acercó al micrófono de su mesa y presentó el tema que había preparado. Dicho tema trataba sobre la responsabilidad social y educativa de los individuos que componían una sociedad. En la primera parte de su discurso, habló sobre los logros que se habían conseguido a nivel global. Dijo que después de mucho esfuerzo, algunos países habían llegado a tener sociedades relativamente civilizadas en las que daban las condiciones para que sus habitantes pudieran ser medianamente felices. Luego se refirió específicamente a la educación, la sanidad y al trabajo para profundizar en los aspectos positivos que habían aportado gracias a su buen manejo.
La segunda parte de su discurso trataba sobre las situaciones y problemas que presentaban las sociedades actuales. Empezó diciendo que un porcentaje considerable de personas no aprovechaban las oportunidades que les ofrecía el sistema de educación a pesar de que ahora era más accesible que nunca. Luego se refirió a los individuos que practicaban regularmente actos perjudiciales contra su propia salud a pesar de ser plenamente conscientes de ello. También hizo mención a la gente que aún necesitando dinero, rechazaba ofertas de trabajo alegando que no tenían nada que ver con su formación académica o que los salarios eran demasiado bajos.
La mujer afirmó que existían seres que combinaban todos estos factores y además insistían en ir contra de las reglas de la sociedad, lo que causaba graves prejuicios a sus semejantes. Puso algunos ejemplos de dichos seres como los que se empeñaban en manejar sin ponerse el cinturón de seguridad o bajo los efectos del alcohol, los que se las ingeniaban para aprovecharse de las ayudas estatales sin tener necesidad de ellas y los que fumaban e ingerían todo tipo de sustancias sin control y luego tenían que ser atendidos en los hospitales.
Para terminar, la mujer dijo que señalar sólo los defectos no servía de nada. Según ella, era necesario proponer soluciones. Agregó que era necesario un control de la natalidad. Entonces, se empezaron a escuchar algunos rumores en la sala provenientes de los presentes. Ella comentó que sabía que era una medida muy impopular, pero afirmó que tenía argumentos sólidos para proponerla. Estableció que había personas como las que había nombrado antes, que no tenían suficiente con arruinar sus vidas y en ocasiones las de otras personas, sino que se dedicaban a traer hijos sin al mundo sin control ni razonamiento.
Al llegar a este punto del discurso, la mujer se dirigió a la audiencia para preguntar si una persona que no había sido capaz de llevar una vida digna y correcta tenía derecho a traer otras vidas. Siguió preguntando a los oyentes que clase de ejemplo era ese para un hijo y el tipo de educación que serían capaz de darle, si es que le daba alguna. Ella mencionó el enorme número de niños huérfanos en el mundo y dijo que se había puesto de moda adoptar perros callejeros. Agregó que ahora la mayoría de la gente entendía que era mejor adaptar perros de la calle antes que comprarlos y fomentar la cría irresponsable y el maltrato de los animales, pero la adopción de niños seguía siendo estigmatizada. Afirmó rotundamente que aquello era resultaba muy hipócrita y que se veía claramente una doble moral con esa forma de pensar.
Se dirigió de nuevo a la gente para preguntar si los niños que salían del vientre de su madre eran los únicos que valían y si los otros no servían y no merecían una oportunidad. Siguió preguntando a todos como era posible que a estas alturas de la historia continuaran apareciendo bebés abandonados en la basura o surgieran casos de padres que encerraban a sus hijos en cuartos durante años. Resaltó que las personas a menudo confundían cantidad con calidad y afirmó que no servía de nada tener muchos individuos en el mundo si una cantidad notable de estos no aportaba nada positivo y perjudicaba a los demás.
Repitió que eran necesarias personas de calidad. De nuevo se escucharon rumores, pero esta vez más fuertes. La mujer sabía que su tiempo se acababa y quedaban más personas que debían expresar sus ideas, así que habló específicamente de una oficina de la natalidad en la se exigiera unos requisitos mínimos para las personas que desearan tener un niño, como una estabilidad mental, motivación personal, cierta capacidad de manejar momentos críticos y un trabajo estable con un salario regular. En este punto del discurso, los rumores ya se habían convertido en abucheos y silbidos. Sin embargo, la mujer continuó en el mismo tono sin mostrarse alterada y dijo que si las personas deseaban realmente mejorar el mundo y sus sociedades tenían que empezar por traer niños con responsabilidad y sobretodo con amor.