El cuestionario
No se acordaba exactamente de cuanto medía, así que puso una medida aproximada. Siguió leyendo las preguntas del cuestionario pero no vio ninguna interesante. Decidió inventarse las respuestas porque no creía aquel documento tuviera relevancia alguna. Ni siquiera estaba seguro de que lo que escribía lo fuera a leer alguien. Sólo quería ayudar un poco a su amigo rellenando uno de aquellos papeles. Miró de nuevo el cuestionario y le pareció notar algo extraño. Se dio cuenta de que algunas letras de palabras formaban combinaciones con sentido al unirlas con otras letras de palabras distintas.
Levantó la hoja de papel y la dejó caer de nuevo. Quiso pensar que todo aquello era pura casualidad y se dispuso a salir de su casa y dar un paseo para relajarse. Sin embargo, la curiosidad le pudo más y se sentó de nuevo en la silla para revisar el cuestionario. Quería saber si realmente era cierto aquello que había descubierto de forma casual. Después de varios minutos examinando el folio, pudo comprender el sistema. Para poder leer el mensaje, era necesario tomar las dos letras de la mitad una palabra y juntarlas con las dos letras de la mitad de la palabra siguiente. Fue apuntando en una libreta toda la información oculta que contenía aquella hoja. Al final, vio que el mensaje subliminal estaba destinado a hacer cambiar de opinión a las personas sin que se dieran cuenta.
Se preguntó si su amigo estaba al tanto de aquella situación o si no tenía ni idea. Pensó que si conocía todo el sistema, entonces significaba que había intentado engañarlo. Precisamente en ese momento sonó el timbre de su casa. El hombre decidió actuar con total naturalidad como si él no supiera nada. Abrió la puerta e invitó a pasar a su amistad. También le dijo que acababa de terminar su cuestionario. Su amigo se mostró muy interesado y dijo que tenía que tomarlo y entregarlo cuanto antes. Esto hizo aumentar las sospechas del hombre. Una vez que su amigo se fue, su puso a pensar en la forma de delatarlo sutilmente.
