
Bicicleta
Notó algo extraño. Miró hacia la rueda trasera de su bicicleta y descubrió que tenía una preocupante falta de aire. Se bajó y continuó el camino a pie. Con su mano izquierda iba agarrando el manillar de su transporte. Por suerte para ella, no estaba muy lejos de casa. Un auto se detuvo a su lado. Su conductor bajó la ventanilla. Le preguntó por una calle, pero ella negó con la cabeza porque no la había escuchado nunca en su vida. Además, no era nada buena indicando direcciones. A veces prefería no decir nada a mandar a las personas en el sentido contrario al que tenían que ir. El auto siguió su camino al igual que ella.
Vio un banco y decidió hacer una pausa pues se encontraba algo fatigada. Sacó de su bolsita una botella de agua y tomó un poco. Después de recuperar fuerzas, se levantó de nuevo y reanudó de nuevo el camino. Le faltaba muy poco para llegar a su hogar. Entonces observó a lo lejos que el auto del conductor que le había preguntado anteriormente por una dirección se había estampado contra un árbol que había junto a la carretera. Dejó caer su bicicleta al suelo y corrió para ver que en que estado se encontraba el hombre.
Cuando llego a la altura del auto, observó que el impacto no había sido demasiado fuerte. Sin embargo, el hombre estaba inconsciente y su cabeza estaba postrada sobre el airbag del volante. La muchacha pensó que tal vez había sufrido un infarto. Sacó su teléfono rápidamente y marcó el número de emergencias. Afortunadamente, si sabía el nombre de aquella calle. Indicó el punto del accidente y se quedó esperando allí esperando a la ambulancia con ansiedad. Después de varios minutos, llegaron los médicos y también un auto de policía. En un abrir y cerrar de ojos, la víctima estuvo dentro de la ambulancia y de camino al hospital. Ella le contó a los agentes de tráfico como había descubierto el siniestro y luego pudo regresar a casa esperando que aquel desafortunado conductor pudiera recuperarse.