La Fórmula 1 de las apariencias

Abel/ octubre 5, 2020/ Deporte/ 0 comentarios

En una época donde se quiere dar protagonismo a valores como la eficiencia y la seguridad, algunos ámbitos de nuestra sociedad no parecen terminar de encajar. Es el caso de deportes como la Fórmula 1, la cual ha sido tradicionalmente conocida por el uso de recursos ilimitados. Algunos años atrás, sus mandatarios comenzaron a modificar varios de sus aspectos para adaptarse a los nuevos tiempos.

Uno de las propuestas que se aplicó fue la reducción de los entrenamientos privados de forma progresiva hasta llegar a prohibirlos totalmente. De esta forma, pretendían reducir el gasto económico de los equipos. Sin embargo, una disciplina deportiva que prohíbe a sus participantes practicar de forma libre no puede ser tomada en serio. En en deporte tan técnico, el uso de un simulador apenas sirve para complementar el trabajo. Como en cualquier otro aspecto de la vida, piloto y máquina necesitan desarrollarse y entrenar conjuntamente en la pista si quieren llegar a ser realmente buenos.

También se introdujeron cambios en el reglamento para reducir el número de neumáticos que se usan en los entrenamientos y en las carreras. Esta idea se vio arruinada por otra idea que consistió en hacer que dichos neumáticos que no duraran demasiado para favorecer estrategias. Está claro que esta no es la mejor manera de trasmitir un mensaje de uso eficiente de los materiales. Y menos cuando la tecnología actual de las ruedas ya permite que estas puedan tener una vida útil que aguante varias carreras. El proveedor actual de neumáticos debería sentir vergüenza por haber aceptado las propuestas actuales de desgaste.

Otro de los aspectos controvertidos reside en los motores. Con la intención de estar en concordancia con las tendencias ecológicas, se ordenó a los fabricantes la creación de un motor híbrido compuesto por una parte eléctrica y otra de combustión. Esto chocó frontalmente con la idea de reducir gastos, pues los participantes tuvieron que invertir una gran cantidad de dinero solo para que sus motores funcionaran medianamente bien. Al final, solo uno de ellos ha salido beneficiado.

Además de todo esto, está el tema de la seguridad. Todos estamos de acuerdo en que se debe hacer el máximo esfuerzo para evitar accidentes y lesiones que perjudiquen a las personas que participan la Fórmula 1. El problema es que se ha llegado a un nivel de control enfermizo con la designación de unos comisarios que vigilan todos y cada uno de los movimientos de los pilotos para sancionarlos posteriormente si lo creen necesario. Por un lado se declaran amantes de la velocidad y la adrenalina pero por el otro no quieren correr ningún riesgo.

Después de varios años de propuestas erráticas, podemos ver el resultado. Los equipos no solo no han empleado menos dinero sino que han aumentando sus gastos. No se ha avanzado nada en materia ecológica. Las carreras han pasado de generar emoción a provocar tal nivel de aburrimiento que los aficionados ya solo se interesan por los resultados. La Fórmula 1 vive de su pasado y ya conocemos el dicho de crea fama y échate a dormir. Encima se ensalza a antiguos pilotos cuyo comportamiento y modo de pilotar no hubieran sido tolerados hoy en día de ninguna de las maneras.

Mientras el negocio siga generando dinero, nada cambiará realmente. En lugar de ello, tendremos que seguir aguantando estas aparentes modificaciones que no convencen ni a ecologistas ni a aficionados al deporte. Realmente no había necesidad de realizar todo esto, pues la Fórmula 1 se practica en un lugar y con un tiempo específicos y su impacto medioambiental no es comparable al de los coches que circulan todos los días por la calle. Ojalá que algún día el sentido común pueda regresar a este deporte y con él la emoción de contemplar carreras bien hechas. Podremos contarlo desde aquí si esta página y la propia Fórmula 1 consiguen sobrevivir hasta entonces.

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