15 de Agosto. Milton Waldo Hanchett patenta un sillón odontológico

Abel/ agosto 15, 2020/ Salud, Tecnología/ 0 comentarios

El 15 de Agosto de 1848, Milton Waldo Hanchett patentó un sillón odontológico. Con su aportación, logró que se avanzara otro paso en la evolución continua de este tipo de mobiliario.

La aparición del sillón odontológico

Los especialistas que hicieron surgir grandes avances en los siglos XVIII y XIX con respecto a la odontología también tuvieron en cuenta las posturas. Se consideró que el paciente debía de permanecer colocado de tal manera que se sintiera suficientemente cómodo. Así, no tendría necesidad de moverse durante el tiempo que durara la sesión y su experiencia sería más agradable. Además, el dentista saldría beneficiado ya que podría estar más concentrado en su trabajo. La salud del propio profesional fue otro aspecto que se tuvo en cuenta debido a que este pasaba largas horas atendiendo a varios pacientes. Todo esto motivó la búsqueda de una herramienta que le permitiera desarrollar su labor a la vez que mantenía una postura correcta. Dicha herramienta resultó ser el sillón odontológico.

Los primeros sillones odontológicos estaban hechos de madera e incluían un asiento para el paciente y un taburete para el dentista. Hanchett decidió ir más allá y creó un sillón dental uniendo una extensión de cuello a un sillón de cuatro patas. El objetivo de su invención era proporcionar un modo más simple, duradero y conveniente que el que se había usado hasta el momento para ajustar las posiciones de los sillones por conveniencia en operaciones dentales y quirúrgicas.

Los sillones actuales

Hoy en día, se considera que un buen sillón dental debe cumplir con una serie de características. Una de ella es la forma anátomica. De este modo, la espalda del paciente no sufre. Además, la herramienta debe contar con partes articuladas como brazo, respaldo, asiento, reposabrazos y reposapiés. Dichas partes tienen que ser controlables mediante botones. Otra accesorio importante es el pedal neumático. Así, el dentista puede controlar la altura y los movimientos del sillón cuando sus dos manos están trabajando en la boca del paciente. Por último, es preciso el tapizado sea impermeable y fácil de desinfectar. De esta manera, evitará que el sillón absorba los fluidos que caen sobre él y permitirá que que se pueda limpiar fácilmente entre consulta y consulta.

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